Lo que tu ticket dice de ti: descubre tu personalidad según lo que compras

Hay cosas que no mienten: los niños, las cifras… y tu ticket del súper

Sí, ese papelito arrugado que sueles ignorar, en realidad es una radiografía de tu alma. Tu verdadera carta astral no está en las estrellas, está en el ticket que sale pitando de la caja después de comprar hummus, bombones, una vela de vainilla y… sardinas en lata. ¿Por qué sardinas en lata? Ni tú lo sabes. 

Bienvenido al horóscopo del supermercado: donde el caprichito define tu signo, la lista de la compra revela tus misterios, y todos los caminos llevan a Ahorramas

Porque no importa si vienes con plan o con hambre: tu carrito habla de ti. Y a veces a voces. Por ello en Ahorramas sabemos escucharte.  

Hay quien entra al súper con la precisión de un reloj suizo. Todo calculado. Todo en su sitio. La lista de la compra escrita en la app de notas, organizada por pasillos, con presupuesto cerrado. Sabe lo que necesita y lo compra. Yogures naturales, cremosos y a buen precio, lomo adobado pero solo si es de Lady Chollo y una barra de pan crujiente, reclamada en todas las comidas. Este ser iluminado es el cliente práctico, el de la compra eficiente. Pero cuidado: incluso él cae de vez en cuando ante unas patatas de oferta o un pack de bombones. Porque todos tenemos nuestro lado oscuro, y en Ahorramas se encuentra en el estand de Cero Desperdicios. 

Muy distinto es el fit del barrio. Lo reconoces porque su cesta es como su Instagram: saludable, ordenada y ligeramente intimidante. Lleva tofu bio, hummus de pimiento dulce, tortitas de maíz e incluso agua con minerales que suenan a elementos de la tabla periódica. Compra como si luego fuera a subirlo a stories con un hashtag #CleanEating. Pero luego, entre la proteína y las semillas de chía, aparece un mini fuet. Uno solo. Como diciendo: “Sí, soy sano, pero también humano”. Ese fuet no lo juzgamos. Lo celebramos.

Y luego está el gourmet de andar por casa. Ese que no necesita estrellas Michelin para montarse un picoteo de altos niveles un martes por la noche. En su carrito hay boquerones en vinagre, pan rústico con apellidos (centeno, de espelta…) y un aceite de oliva virgen extra que huele a vacaciones en Jaén. No cocina, emplata. No cena, degusta. Y no se le cae la corona, aunque él chorizo esté en promoción. 

Por el pasillo de las verduras suele moverse el eco-consciente. Su carrito es más verde que el logo de reciclaje. Compra de proximidad, busca lo local, lo bio, lo compostable. Si un producto tiene más de tres envoltorios, lo devuelve al estante como si le quemara. Le encanta que más del 80 % de los proveedores de Ahorramas sean locales, y te lo va a recordar siempre que pueda. Siente que está salvando el planeta… y no le falta razón. Su ticket podría ganar un premio de sostenibilidad. 

Y de pronto, aparece él: el superviviente universitario. No tiene lista. No tiene plan. Tiene hambre, poco tiempo y aún menos presupuesto. Va directo a los platos preparados, al café instantáneo o a los fideos que en tres minutos hacen magia. Su carrito es un homenaje a la improvisación. Vive del Rebajón, del “esto parece barato” y de las ofertas que le salvan la semana. Puede que no cocine, pero su microondas es su templo. 

Pero si hay un comprador que brilla por encima de todos, ese es el caótico con carrito. Es ese que entra sin hambre y sale con una ensalada de quinoa, tres chocolatinas, una vela aromática, un queso raro y papel higiénico (que era lo único que venía a buscar). Su lista era mental, o sea, inexistente. Compra por impulsos, por estética o porque “esto me lo he ganado hoy”. Su ticket no tiene lógica, pero sí personalidad. Es caos con patas. Y lo amamos por eso. 

Así que, si pensabas que tu ticket era solo un papel más para tirar… piénsalo otra vez. Dice más de ti que tu horóscopo, tus posts de Instagram y tu playlist de domingo. Puede que seas fit, gourmet, eco práctico o una mezcla deliciosamente desordenada de todo eso. No importa. En Ahorramas hay sitio y productos para todos. 

¿Y tú? ¿Qué dice tu ticket de ti? Compártelo con ese amigo que compra hummus y croquetas como si fueran del mismo grupo alimenticio.